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Ejercicios de Kegel

EJERCICIOS DE KEGEL

El propósito de los ejercicios de Kegel, recomendados para ambos sexos, es fortalecer los músculos de la zona pélvica y mejorar la función del esfínter uretral o rectal e, incluso, las relaciones sexuales.

kegelDeben su nombre a Arnold Kegel, quien los desarrolló para sus pacientes incontinentes en 1940. Lo primero que se debe hacer es localizar los músculos correctos. Para ello, hay que imaginar que se quiere evitar expulsar un gas y tener consciencia de los músculos que se aprietan: estos son los correctos para realizar los ejercicios pélvicos.

Mientras se contraen, hay que relajar el resto ya que, a menudo, se tiende a aguantar la respiración y a contraer otros grupos musculares como los glúteos, los cuádriceps (piernas) y el abdomen. Sólo hay que apretar los músculos del piso pélvico. El ritmo aconsejado para la contracción se controla al contar despacio hasta tres. Después se relaja con la misma cadencia.

Es recomendable empezar con los ejercicios en posición tumbada y realizar tres series de diez repeticiones, tres veces al día. Cuando se tenga más práctica, se pueden pacticar en posición sentada e, incluso, de pie.

La tabla de ejercicios no precisa más de 15 minutos repartidos en todo el día. Los expertos recomiendan ser constantes, ya que las primeras mejoras se notan entre tres y seis semanas después.

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Incontinencia Urinaria Masculina, un problema prevalente a partir de los 65

INCONTINENCIA URINARIA MASCULINA, UN PROBLEMA PREVALENTE A PARTIR DE LOS 65

images1A pesar de su frecuencia, son pocos los hombres que acuden a la consulta del médico por asociarse al proceso de envejecimiento. La incontinencia urinaria se relaciona, de forma errónea, sólo con mujeres. Pero aunque son ellas quienes más sufren este problema, no hay que menospreciar la tasa de varones afectados.

A pesar de que los hombres, por su anatomía, están más protegidos frente a esta patología, los datos disponibles señalan que es la segunda causa de ingreso en residencias geriátricas y que el 50% de pacientes institucionalizados en España sufre algún tipo de incontinencia urinaria. Esta pérdida involuntaria de orina constituye un gran inconveniente social, afecta a la calidad de vida y supone un importante problema higiénico, ya que favorece las infecciones urinarias.

Los tratamientos disponibles van desde un cambio de hábitos, ejercicio físico o medicación, hasta inyecciones de silicona, colágeno o grasa del propio paciente y la cirugía. La incontinencia urinaria se define como la pérdida involuntaria de orina a través de la uretra (conducto excretor de la orina que va desde la vejiga al exterior).

Es prevalente en la población adulta masculina mayor de 65 años y los casos aumentan de forma considerable con la edad debido a una larga lista de factores. Los cambios fisiológicos en la vejiga y en la uretra a medida que pasan los años, asociados a otras causas, como alteraciones en la próstata y sus tratamientos, son los más frecuentes. vejigaTanto es así, que se estima que hasta un 30% de los pacientes a quienes se ha practicado prostactectomía radical (intervención quirúrgica para la extracción total de la próstata) sufren incontinencia urinaria en algún grado. Hay otras circunstancias que favorecen su desarrollo, como determinadas patologías en ambos sexos: accidentes cardiovasculares, demencia, enfermedad de Parkinson, esclerosis múltiple, cáncer de vejiga o de próstata o envejecimiento. Los hombres con un largo historial de diabetes mellitus pueden sufrir alteraciones en el sistema nervioso que controla la función de la vejiga y en su función sexual.

A pesar de que las cifras son elevadas y tiene un gran impacto en la calidad de vida del afectado -llega a desencadenar depresión- sorprende que sea uno de los problemas menos consultados con el médico. La mayor parte de las personas utilizan una larga lista de productos absorbentes disponibles en el mercado, sin la orientación previa de los profesionales de la salud, que ayudarían a adoptar estrategias para mejorar la calidad de vida y realizar sus actividades diarias sin tantos contratiempos.

¿Cómo se diagnostica? El tratamiento depende del tipo y de la gravedad del problema, del estilo de vida y de las preferencias del paciente. Para diagnosticar la incontinencia, el especialista realiza una historia médica general del paciente con sus antecedentes patológicos y la medicación que toma (con y sin prescripción médica). Luego le pedirá que registre cada día todos los líquidos que bebe -incluso si tomara bebidas con alcohol y cafeína- y la cantidad que elimina, además de episodios de pérdidas de orina. Con el incontinencia masculinaexamen físico, se determinará el tamaño y la condición de la próstata, sensaciones de hormigueo o entumecimiento, falta de tono muscular o alteración en los reflejos. Se realizarán distintas pruebas exploratorias, como un electroencefalograma (que buscará disfunciones cerebrales) y un electromielograma (que mide la actividad muscular y de los nervios que los inervan). Con un dispositivo de ultrasonidos, se obtienen imágenes de la vejiga, de los riñones y de la glándula prostática. El examen urodinámico consiste en medir la presión en la vejiga a medida que se llena de líquido mediante una sonda pequeña. Con esta prueba, se identifica qué tipo de contracciones tiene el órgano, si son efectivas y adecuadas, su capacidad, si hay hiperactividad o hipoactividad, la intensidad de los músculos del esfínter o una obstrucción urinaria.

Tratar la incontinencia urinaria. No hay un tratamiento exclusivo que sirva para todos los hombres. Dependerá del tipo y de la gravedad del problema, del estilo de vida que lleve  el paciente y de sus preferencias. Pero siempre se empezará con el tratamiento más sencillo.

Muchos afectados vuelven a controlar la micción sólo al modificar determinados hábitos y al practicar ejercicio para fortalecer los músculos del suelo pélvico, que retienen la orina en la vejiga. Si con estos tratamientos de comportamiento no se experimenta mejoría, se utilizan fármacos, sondas o inyecciones para la uretra.

Esta última opción se recomienda en casos de incontinencia por deficiencia del esfínter, más frecuente en mujeres. Las sustancias que se utilizan son: grasa del propio paciente, colágeno, teflón, silicona o hidrogeles, entre otros. Se inyectan bajo la mucosa de la uretra y del cuello vesical y, aunque sus complicaciones son escasas, el procedimiento tiene diversos inconvenientes. Ante la reabsorción de la grasa, la degradación de la silicona y colágeno o la migración del teflón, hay que repetir la técnica. Para algunos hombres, la cirugía es la elección. Ésta se fundamenta en un soporte para la uretra que mantiene una presión constante para que no se abra hasta que el paciente, de manera consciente, así lo quiera.  

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Incontinencia Urinaria en el Siglo XXI

Todavía hoy en día, en pleno siglo XXI, la incontinencia urinaria causa vergüenza a quienes la padecen y evitan hablar del problema con su médico. La incontinencia urinaria -pérdida involuntaria de orina debido a una falta de control de la vejiga- no es una patología exclusivamente femenina, pero afecta a una proporción bastante más alta a las mujeres que a los hombres Alrededor de 5 millones de mujeres en España la sufren y su prevalencia aumenta con la edad. De hecho la mitad de las mayores de 60 años la padecen. Muchas veces ni la pareja o las personas más allegadas conocen el problema. Las que lo padecen creen que les está pasando algo vergonzoso; el hacerse pipí no se comparte.

operacionNo me parece correcto que la gente asocie incontinencia con la compresa, que debería ser el último recurso. Parece impresentable que una famosa le diga a la mujer en televisión: “si tiene este problema póngase una compresa y vaya donde quiera”. Pensamos que es fundamental consultar con el médico ya que puede tener una solución más digna que llevar siempre una compresa. Y es que la incontinencia se puede prevenir y curar. Mantener el suelo pélvico en forma es la principal estrategia preventiva, especial-mente en el caso de la incontinencia de esfuerzo (aquella en la que los escapes de orina se producen al hacer ejercicio, la tos, risa etc).

Está científicamente demostrado que los llamados ejercicios de Kegel o de contracción del suelo pélvico, reducen los síntomas de forma significativa e incluso, en casos no avanzados, pueden curar. La contracción del suelo pélvico es, en teoría, muy sencillo: se trata de hacer fuerza como si se fuera a cerrar la vagina “para subir algo que está a punto de caer”, esto se realiza durante cinco a 6 segundos y luego relajar, así hasta cuarenta veces al día repartidos en tres momentos distintos. La realidad es que muchas veces se precisa el asesoramiento de un profesional.

La cirugía funciona muy bien en la incontinencia urinaria de esfuerzo y es un procedimiento sencillo en manos expertas que no requiere ingreso. Consiste en colocar una pequeña banda debajo de la uretra para reforzar los tejidos débiles. En el 90% delos casos los resultados son espectaculares. Lo que tiene que quedar claro es que la incontinencia por sí sola no se cura nunca, al revés, empeora con el tiempo. Los factores de riesgo más importantes son el embarazo y el parto y la obesidad. Otros son: tener una madre con incontinencia aumenta el riesgo por tres, las deportistas que refuerzan la musculatura abdominal olvidándose del suelo de la pelvis también son candidatas a padecer incontinencia.

Por último, añadir que la incontinencia urinaria repercute negativamente en la calidad de vida de las mujeres afectas: limita las actividades cotidianas (salir a pasear, ir al cine, viajar, relaciones sexuales, etc) e incrementa el riesgo de depresión. 

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