El cáncer de próstata
Cada año se detectan en España unos 18.000 nuevos casos de cáncer de próstata siendo el tumor más frecuente en hombres, no obstante, el 90% de los casos son potencialmente curables.
Casi siempre se diagnostican entre los 55 y los 70 años. Hoy por hoy no existe ningún programa de screening asociado a la edad, de tal forma que la enfermedad se diagnostica en hombres que previamente acuden al urólogo por otros problemas.
La detección del cáncer de próstata sólo se produce cuando los pacientes acuden con un problema distinto, a partir del cual se le realiza una exploración más exhausta que permite diagnosticarlo, o en personas que tienen antecedentes en su familia. A esto ha ayudado la pérdida progresiva del “miedo a acudir al urólogo”. La sociedad ha cambiado y cada vez son más los hombres que acuden a la consulta del urólogo.
Esto hace que el tumor se descubra en fases muy localizadas, lo que hace que el pronóstico sea mejor y la mayoría de los pacientes puedan curarse gracias a la cirugía y al uso de radioterapia, o a la combinación de ambos tratamientos.
En pacientes de mayor edad o en quienes el tumor está extendido el pronóstico varía y, con frecuencia, es necesario recurrir a terapias hormonales o a quimioterapia.
Cuando se manifiesta en pacientes mayores de 85 años a veces ni siquiera se trata, salvo que se encuentre muy avanzado o tenga un comportamiento agresivo, porque su evolución natural no va ni mermar su vida ni a condicionarla, el paciente fallecerá con su cáncer de próstata pero no por su cáncer de próstata.
Exactamente la mejora de la calidad de vida es uno de los primordiales objetivos que persiguen los afectados por estos tumores, que en muchos casos han de soportar síntomas asociados al tratamiento de la enfermedad.
Los dos síntomas más frecuentemente asociados con el tratamiento son la incontinencia urinaria y la impotencia, los cuales afectan mucho, sobre todo psicológicamente, a los pacientes sometidos a los diversos tratamientos existentes. En estos casos es fundamental dirigir una correcta información al paciente.
Hoy en día, gracias a las mejoras técnica, estos problemas se han reducido, y la incontinencia urinaria, por ejemplo, apenas afecta a un 2-3% de los pacientes después de haberse sometido a la cirugía. En el caso de la impotencia, el riesgo varía en función del tipo de cirugía utilizada. La potencia sexual se puede mantener en el 70 u 80% de los casos, aunque a veces es necesario ayudarse de medicación.